jueves, marzo 28, 2024

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NECOCHEA: Las rutas del narcotráfico en la Argentina

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¿Cuáles son las principales «rutas» del fenómeno del Narcotráfico en la Argentina? ¿Cuáles son los caminos de ingreso/salida y modus operandi de las organizaciones criminales en la región y que operan en nuestro país? ¿Cómo están compuestos estos clanes?

Estos fueron los principales disparadores que se planteó Infobae para elaborar esta investigación basada en datos obtenidos de causas judiciales y de estadísticas elaboradas por el ministerio de Seguridad de la Nación, a cargo de Patricia Bullrich, y teniendo en cuenta, por ejemplo, los decomisos que realizaron las fuerzas federales, como por ejemplo, Prefectura Naval Argentina (PNA), que tiene una gran injerencia en el combate contra las bandas narcos, sobre todo en el norte de nuestro país, donde estas redes mafiosas utilizan los cursos de los ríos para trasportar su carga ilegal.

«Prefectura ha tenido un crecimiento excepcional en la cantidad de droga secuestrada en el NEA y Paraná. Es muy importante haber profundizado la línea de investigación del ministerio de Seguridad en la lucha contra el narcotráfico». Le dijo Bullrich a Infobae al ser consultada sobre el tema.

Existen canales de ingreso de cocaína que busca salida, principalmente, a Europa. Si bien este mecanismo es cada vez menor ya que los carteles parecieran privilegiar en el tránsito hacia Europa a Venezuela y a Brasil; aun hoy hay algunos intentos por extraer cocaína por puertos argentinos con destino al Viejo Continente, como el de las ciudades de Buenos Aires y Rosario.

Solo el año pasado, por nuestro territorio pasaron 23.772 kilos de cocaína y 405.693 kilos de marihuana, según los datos que la propia ministra Bullrich aporto a Infobae.

De esa enormidad de drogas prohibidas, el Estado, secuestró el 39,6% de cannabis y el 35,5% de cocaína que ingresó

El resto, fue consumido o reexportado.

Según un prolijo trabajo realizado por Prefectura Naval Argentina, una fuerza que está al mando del Prefecto Eduardo René Scarzello, las rutas tanto de ingreso como de egreso de estupefacientes, y sus modalidades, tiene que ver con el tipo de drogas: marihuana, cocaína o pastillas de diseño.

Casi la totalidad de cannabis que ingresa a la Argentina procede de la República de Paraguay, el principal productor de Sudamérica y el segundo a nivel mundial.

La permeabilidad de nuestras fronteras, de aproximadamente 1.240 kilómetros fluviales, con un escaso ancho de canal, favorecen el fluyo de marihuana de ese país hacia el nuestro.

El troncal fluvial conocido como Hidrovía, se transformó en una ruta de tráfico cada vez más empleada por las organizaciones mafiosas.

La Hidrovía es surcada en toda su longitud por formaciones de embarcaciones denominadas «convoyes» o «trenes de empuje». Son barcazas de escaso calado, propulsadas por un remolcador de empuje, en donde cada una de las barcazas mide aproximadamente 12×48 metros y tiene una capacidad de carga de 1.500 toneladas.

El desarrollo logrado en la faz comercial y su crecimiento exponencial no tiene precedentes. Entre 1988 y 2015, el transporte de mercaderías se multiplicó, pasando de 700 mil a casi 20 millones de toneladas al año, hasta superar los actuales 36 millones.

La soja y sus derivados son los productos más importantes trasportados por esta vía, seguidos por el hierro y los combustibles. Los narcos suelen esconder los panes de marihuana entre esa mercadería legal.

Además de esto, las redes mafiosas se ven favorecidas por la gran cantidad de caminos alternativos que convergen en las ciudades, los cuales le sirven como vía de escape si son detectados por las fuerzas federales o al encontrarse con un control policial.

En gran medida el transporte de cannabis se realiza a través de camiones. Este medio es utilizado para llevar grandes cantidades de panes prensados ocultos entre la carga.

También se utiliza el trasporte público de pasajeros, esto es micros de larga distancia, aunque esta modalidad se emplea para pequeñas cantidades; otra modalidad utilizada es el trasporte en vehículos de menor porte (automóviles y camionetas).

Según las investigaciones de la Justicia Federal, quedó evidenciado que existe un aumento de procedimientos con incautaciones de grandes cargamentos de droga salientes de la provincia de Buenos Aires, que tienen como destino final a las provincias de Neuquén, Rio Negro, Mendoza e incluso Chile.

En estos casos las organizaciones criminales se movilizan –según la experiencia recogida por Prefectura- por la Ruta Nacional 7 que une las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza, con el vecino país trasandino.

Otra de las vías de ingreso tendría como destino final el abastecimiento de la región patagónica del país.

Por sus características propias, la Ruta Nº 40 en forma conjunta con la Ruta Nº 3 se transforma en la columna vertebral de los caminos viales que conducen al sur del país.

Por esas arterias se interconectan las principales ciudades de nuestra Patagonia y los pasos fronterizos a Chile.

La Ruta Provincial Nº 88 (une la ciudad de Mar del Plata y Quequén/Necochea) y por la Ruta Nacional 227 (une la ciudad de Balcarce con Quequén/Necochea) son vías alternativas para el ingreso de estupefacientes.

La narco mercancía, proveniente de las provincias argentinas del litoral (marihuana – Paraguay) y noroeste (cocaína – Bolivia), llega a Mar del Plata y Bahía Blanca (principales centros de consumo) a través de las rutas que la comunican desde Buenos Aires al sur (Autovía Nº 2 y Ruta provincial Nº 11).

Clorhidrato de cocaína

Según los trabajos estadísticos de las fuerzas federales, en este caso Prefectura, que también lucha contra el narcotráfico sin descuidar el control marítimo, por ejemplo la pesca ilegal en las 200 millas marinas a través de buques extranjeros; los mayores cargamentos de cocaína que ingresaron a nuestro territorio «provienen la República de Colombia, República de Perú y el Estado Plurinacional de Bolivia; ya que son los únicos países del mundo que cuentan con las condiciones geográficas y climatológicas aptas para la siembra y cultivo de la planta de coca con el alcaloide cocaína».

En ese mismo orden corresponde la calidad del producto y en sentido inverso las cantidades ingresadas, es decir que la mayoría de cocaína que ingresa a la Argentina proviene de Bolivia.

Las principales rutas que utilizan las organizaciones dedicadas al narcotráfico del clorhidrato de cocaína son por vía terrestre por transporte, y en menor medida a través del «bombardeo» de bolsones de esa droga desde aviones narcos sobre cascos de estancias y campos.

El producto final que es traficado a través de nuestro país posee diversas características que determinan el uso o mercado al cual se derivará:

-Si la forma de ingreso de cocaína es en forma de tiza –generalmente de 10 a 15 gramos cada una-, el uso que se da es el fraccionamiento mediante el empleo de diversas sustancias de corte (codeína, cafeína, lidocaína, entre otras, según un profundo estudio realizado por la SEDRONAR). Una vez «estirada» se distribuye a puntos de venta al menudeo, como bunkers o kioscos de drogas, entre otras modalidades.

-Si la forma de ingreso es panes rectangulares, generalmente por su calidad y composición son destinados a mercados extranjeros.

En este punto no se descarta que porcentaje de ese estupefaciente de alta calidad sea destinado a un mercado interno con un poder adquisitivo importante.

Las rutas del trasporte de las drogas

Según los decomisos que realizó Prefectura Naval Argentina entre los años 2017 y el primer trimestre de 2018, los canales de transporte más utilizados por las organizaciones narcos son las siguientes.

Ruta 7, ruta 8, ruta 9, ruta 12, ruta 34, ruta 14, ruta 50, ruta 11. Los Puertos, Aeropuertos y las grandes ciudades.

Por esas rutas, solo en 2017, la PNA decomisó 35.068 kilos de marihuana y 82 kilos de cocaína y otros tipos de estupefacientes como ketamina, LSD y otro tipo de drogas sintéticas. El valor de la droga secuestrada fue estimado en unos 31 millones de dólares.

Las zonas elegidas por los narcos tienen una prioridad: aprovechar al máximo el principal beneficio del crimen organizado, la ganancia económica.

Por esa razón, el delito sufre una mutación constante en sus modalidades de tráfico, distribución para evitar ser detectados hasta llegar a los distintos puntos de venta y acceder, de esa manera, a lo único que les importa a estas organizaciones: los beneficios económicos.

En esos mismos expedientes judiciales quedaron plasmados, a través de las pesquisas realizadas por las fuerzas federales, se han detectado un sinfín de modalidades y lugares para la comisión de estos delitos.

A nivel socio-demográfico, los puntos de venta de narcomenudeo se concentran en el área suburbana de las grandes ciudades, es decir en los barrios marginales, donde en las últimas dos décadas floreció esta actividad, sobre todo por las carencias y la ausencia del Estado que allí se registran.

A esta situación, se suma la geografía típica de estos lugares que generalmente presentan una entramada red de pasillos, calles angostas y sin asfaltar, descampados, escaso tránsito vehicular, hechos que dificultan el accionar represivo de las fuerzas de seguridad.

Las fases del narcotráfico

Según un amplio informe elaborado por Prefectura, y al cual accedió Infobae, se destaca que «en base a las fases que se producen en jurisdicción de la zona NEA dentro del ámbito de despliegue operativo de esta Fuerza abarcan la exportación ilegal o contrabando y la distribución (en el sentido de transporte y logística)», la descripción de la modalidad detectada más común es:

Lo primero es el ingreso de los estupefacientes al territorio nacional, la maniobra es llevada a cabo generalmente por ciudadanos de origen paraguayo a través de embarcaciones menores con propulsión a remo ya sea botes y/o piraguas cuando se trata de pequeñas cantidades o embarcaciones denominadas rápidas, que son lanchas con motores 115 y hasta 200 HP para traficar grandes cantidades de estupefacientes.

Una vez que la droga cruzó la frontera, la valiosa mercancía es recibida por ciudadanos argentinos de muy bajos recursos a los que se los denomina «maleteros». Son los encargados de recibirla en la ribera y trasladarla hasta un lugar seguro para su acopio, utilizan para ello: Automóviles, Motos, Bicicletas, a pie o caballo. Camionetas.

La tercera fase es trasportar la droga en vehículos especialmente acondicionados.

La cuarta y última fase es la «visible». La venta para consumo. Se desarrolla en los tejidos urbanos locales en la modalidad de narcomenudeo o venta minorista a nivel local.

Los grandes volúmenes son enviados a mercados de mayor rédito económico, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, La Patagonia o Chile.

Características y estructuras de las organizaciones narco

La capacidad operativa de las organizaciones se ve acrecentada por las ganancias que surgen de la actividad delictiva.

En la inmensa mayoría, en la Argentina, las estructuras de estas organizaciones están configuradas por pequeños grupos que no exceden las 10 o 15 personas.

Generalmente las bandas están conformadas por uno o dos líderes que además aportan el capital. Un segundo escalón se encarga de la logística (acopio, ocultamiento y traslado de la droga). El tercer escalón se ocupa del traslado o cruce fronterizo y tareas menores.

Las funciones en las que se verifica o registra una sensibilidad o riesgo a la detención por parte de Fuerzas de Seguridad se encarga a personas de bajos recursos que son utilizadas por su estado de vulnerabilidad (condición económica en su mayoría), generalmente ocupan las funciones de maleteros, paseros o transportistas.

El informe también detalla que, en la mayoría de los casos, estas redes narco evitan el enfrentamiento armado con las fuerzas de seguridad «prefiriendo descartarse de la mercadería y huir del lugar, la pérdida económica que le reditúa es compensada con la totalidad de envíos que logra concretar. De esa manera se mantiene estable el grupo de miembros de las organizaciones cerrándose en la confianza del círculo».

Por último, el estudio revela que estas organizaciones, muchas veces formados por «clanes familiares» utilizan el trueque de embarcaciones, vehículos o armas como forma de pago por las cargas narcos ante la falta de dinero en efectivo motivo por el cual se presenta un creciente mercado negro ilegal.

La cara más oculta de estos clanes narcos lo forman los abogados, contadores, arquitectos, funcionarios, empresarios, que se encargan de lavar el dinero negro de cien formas diferentes que merecerá un capítulo aparte y que son solo la punta del ovillo de este millonario negocio que no podría desarrollarse y crecer sin sus vínculos con el poder. Poder económico y poder político.

Y esto no ocurre solo aquí, sino en este mundo globalizado.