viernes, abril 19, 2024

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OPINIÓN: Alberto Esnaola, ese eterno denunciante

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Por Miguel Abálsamo

El egocentrismo es la valoración excesiva de la propia personalidad que lleva a una persona a creerse el centro de todas las preocupaciones y atenciones.

Estos rasgos de la personalidad pueden mostrarse en cualquier ciudadano, sin importar   su raíz ideológica, religión, nivel intelectual, situación económica.

Al doctor Alberto Esnaola  podríamos colocarlo en el plano del egocentrismo, no exento de cierta violencia física y verbal que suele descargar en público en sus momentos de ira.

Esnaola le suma al cóctel de virulencia, convertirse en abanderado denunciante de ocasión, denuncias que luego no prosperan y lo terminan convirtiendo en  ridículo, lugar  donde es difícil de retornar.

En las últimas horas ha vuelto a ser protagonista de historias que nunca serán contadas como ejemplo.

El doctor Alberto Esnaola, quien protagonizó hechos que no merecieron ni siquiera un comentario o recriminación de sus pares de bancada de concejales a quien trata como de «ediles de menor jerarquía».

Esos «menores en jerarquía» son muchas veces los concejales que callan, son sometidos por sus discursos, terminan acompañando o silenciados, y  creyendo lo que Esnaola les asesta como golpe, como menores acompañantes del solitario edil recostado en su silla, a veces aburrido, a veces partiendo  antes de las sesiones, o descargando la ira irracional que ha pasado del empujón a un periodista (Gabriel Izzo) ante la vista de testigos presentes, luego amenazándolo con «pisarlo con un auto en la calle», o tildándolo de «pedidor de dinero para que la hagan una nota».

Esta última frase… «yo no pago para que me hagan una nota», deja muy mal parado a todo el periodismo, porque ingresamos todos en la duda de la gente, si lo entrevistamos o no lo entrevistamos, y a  los demás ediles en posición dudosa, porque ante esta apreciación muchos se preguntarán en la sociedad…» este que aparece siempre en los medios debe estar poniendo mucho…».

Esnaola, el eterno denunciante, en la última sesión del legislativo afirmó que «volvería a agarrar del cuello al periodista…». Es decir, lo que hace en caliente nunca lo para en frío, en realidad es peor, mucho más lamentable la segunda apreciación luego de pasado un lapso considerable de tiempo para la reflexión, que el desajuste emocional vivido en un momento circunstancial.

Lejos de repudiar estas actitudes, la «demócrata» Unión Cívica Radical de Necochea, siempre abierta a las críticas para aquellos que suelen abrir grietas políticas, hacen mutis por el foro sin repudiar estos hechos violentos, tanto físico como de palabra, y no es la primera vez.

También hay un silencio cómplice, de Cambiemos, alianza que integra el irascible abogado que perdió el juicio.

Y están los concejales, estos del presente y los que ya no están, que parecen no dimensionar estos actos, o como me decía uno de ellos… «estamos tan acostumbrados a este tipo de cosas de Esnaola que ya no nos sorprende, parece ser parte de ese folclore de mala letra  que suele desarrollar».

Esnaola ha sido un denunciador serial que no ha podido demostrar, salvo en títulos periodísticos, ninguna de sus denuncias, que tuvieron como destinatarios no sólo a rivales de la política, como Gerónimo Venegas o Roberto Porcaro, sino a componentes de su propia estructura partidaria.

Se asemeja a un boxeador que esta de vuelta pero sigue subiendo al ring, baja golpeado, casi olvidado pero siempre tirando manos, aunque cada vez con menos efectos.

Esnaola quiere desestabilizar el gobierno del Doctor López

Entrenado como Rambo, sin embargo esto no es una película, estamos en un distrito que debe esquivar estos casos y mirar al futuro y su desarrollo.

Esnaola es un factor desestabilizante de los gobiernos elegidos por la gente, es cierto que ahora ya no tiene misiles como en la destitución del profesor Horacio Tellechea, simplemente balitas de goma de poco alcance, pero siempre suelen hacer daño.

Quiere desestabilizar el gobierno actual del intendente doctor Facundo López.

Ya no es la Coordinadora armando estrategias, o los amigos del Centro de Estudiantes movilizando sus tropas, ahora la revolución se llama investigar los vendedores de pochoclos en la ciudad, algo que no ha podido definir ni la CIA ni el Mosad, o los  servicios de Inteligencia más avanzados del planeta, ese marco de «connivencia» que el abogado con fecha de vencimiento el diez de diciembre viene investigando entre esos peligrosos pochocleros que deambulan ganando un mango en nuestras calles y esos funcionarios entre las sombras….

La operación ha comenzado, sería bueno saber si hay socios acompañantes o es simplemente un franco tirador apostado en la ventana.

Al no haber votos ni fervor popular.

Al no haber construcción en el presente y escaso futuro, el abogado -denunciante sigue eligiendo enemigos exponiéndolos ante la opinión pública, después, cuando el tiempo pasa y la sociedad encuentra la verdad, el daño ya esta hecho.

Daños no sólo a la figura de dirigentes sino a sus familias, muchos que tienen hijos como él, que protegen seguramente como él, que tratan de resguardar, como él, y sin embargo él no repara en esos daños.

Sería bueno un poco de autocrítica, un poco al menos sin demasiadas exageraciones y verse por dentro   como en radiografía, a veces el pasado condena, siempre se tiene un herido en el baúl, y a veces los que se desayunan con moralina terminan con ataque al hígado.

Al radicalismo no le hace bien, a Cambiemos le hace muy mal y nuestra sociedad no merece detenerse en la maquina del «no» cuando esta todo por hacer.

Por suerte estamos como en ideas de parto, lentamente naciendo lo nuevo y muriendo lo viejo.

Esta es la mayor esperanza.

Saber que el futuro golea al pasado, y las denuncias del presente  son resonancias escasas ante  ciclos finales de dirigentes que ya fueron.