miércoles, abril 17, 2024

Internacionales

«Que se vayan todos» o «salvador de la patria»

Sharing is caring!

En Brasil ha quizás llegado la hora del surgimiento de líderes con promesas grandilocuentes en las que se mezcla la antipolítica con la religiosidad.

Este es el punto en el que podría desembocar el proceso concluido con la destitución de Dilma Rousseff y que retrata la crisis terminal de un sistema político, según coinciden entre otros adversarios irreconciliables como los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inácio Lula da Silva.

Según el ensayista y escritor Carlos Heitor Cony, miembro de la Academia Brasileña de Letras, en la opinión pública se ha instalado un desengaño generalizado. Cony no esconde su «temor» a que en medio de un escenario de escepticismo difuso surja un «salvador de la Patria» aclamado por una multitud de indignados.

Cardoso, fundador y líder histórico del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), reconoció que tanto su agrupación como el Partido de los Trabajadores (PT) «han envejecido».

Ambos partidos han sido en otras palabras incapaces de responder a las demandas de la sociedad que durante más de un año se lanzó a las calles al grito de «Fuera Dilma».

«La democracia representativa liberal está en crisis, no hay conexión entre los partidos y la sociedad. La crisis moral minó a los partidos y esto hace que pueda surgir un demagogo… espero que eso no suceda», declaró Cardoso el pasado miércoles.

La coyuntura evoca en algunos puntos lo ocurrido en otros países latinoamericanos, donde la opinión pública demandó un «que se vayan todos» los políticos. Ese mismo «feeling» político se comenzó a instalar en las protestas multitudinarias de junio y julio de 2013, cuando Rousseff prometió una reforma política jamás implementada.

Cardoso, que presidió Brasil entre 1995 y 2003, respaldó la salida de Rousseff y consideró «constitucional» el proceso del impeachment, a diferencia de Lula da Silva que lo calificó como un «golpe».

Sin embargo Lula, presidente de 2003 a 2010 y «padrino» político de Rousseff, coincide con Cardoso sobre las amenazas que entraña la desconfianza generalizada de la población en la dirigencia política. En actos y entrevistas recientes, el ex mandatario habló de la necesidad de enfrentar al nuevo gobierno del presidente Michel Temer «dentro de la democracia» y con las herramientas que ofrecen la «movilización» y la «política».

Si bien la crisis del gobierno Rousseff ya es cosa del pasado, esto no significa que hayan sido enterrados los problemas de fondo del país: el flamante presidente Temer también es alcanzado por las carencias de un sistema político que parece agonizar.

Si Rousseff fue eyectada del Palacio del Planalto con un 70% de impopularidad después de cinco años de gobierno, la aprobación de Temer luego de tres meses de gobierno interino es casi tan baja como la de su antecesora.

Temer juró como presidente definitivo el 31 de agosto, pero ya lo era desde el 12 de mayo. Según la consultora Ipsos publicada el 2 de setiembre en el diario Valor Económico, tiene el 68% de imagen negativa. Para Cardoso, que apoya al nuevo gobierno, la situación política de Temer es frágil «como una rama de árbol».

El caso es que Temer inicia un mandato con baja aceptación y con miles de personas pidiendo su salida: el domingo pasado hubo unos cien mil manifestantes en San Pablo y decenas de miles en otras capitales.

    Esas movilizaciones «sorprendieron» al gobierno. Fuentes del del Planalto reconocieron que «subestimaron» la convocatoria de sus adversarios, publicó el diario Folha de San Pablo el jueves último.

    Quienes se vuelcan a la calle, muchos de los cuales simpatizantes del PT, no piden el retorno de Dilma, quien es más impopular que Temer, sino elecciones directas.

    Según Cony, la sociedad se volcó a las calles porque hay una profunda insatisfacción con todos y esto hace que el país se paralice, que «nadie tenga autoridad para unificar y pacificar».

    En ese rio revuelto pueden surgir líderes «providenciales» con respuestas mágicas y demagógicas, advirtió el analista. El telón de fondo de este contexto es el de las elecciones municipales del 2 de octubre, voto en el que quizás comenzará a aclararse la confusa situación política actual y que por otra parte podría ser un test en vista de los comicios presidenciales de 2018. (ANSA)