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Por José Cornejo

Máximo Kirchner volvió a copar la escena política después de brindar una larga entrevista al periodista Víctor Hugo Morales, en la que desmintió una enésima operación del Grupo Clarín. La aparición renovó una pregunta instalada en septiembre del año pasado cuando el dirigente de La Cámpora se presentó en el estadio del Club Argentinos: ¿será este año su debut electoral?

Todo indica que así será. Lo más verosímil es que integre la lista para diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. De esto no debe deducirse que las encabezará.

En la charla con Morales, Máximo puso su candidatura a disposición “de lo que decidan los compañeros”. Los dirigentes de La Cámpora se expresaron públicamente en cuanto a que Máximo es una opción electoral excelente. Pero hay otras variables que podrían convencer al hijo de dos presidentes:

– Su candidatura es la única que unifica las distintas referencias de su fuerza política.

– Su presencia en el Congreso conduciría a los diputados kirchneristas para mantener un potencial bloque propio.

– El apellido “Kirchner” materializa la imagen positiva de CFK.

– Por último, la nueva operación de Clarín demuestra que el Grupo (y los sectores que representa) no piensa darle ningún respiro ni a Cristina ni a Máximo ni a La Cámpora (evidenciado en la denuncia de Nisman que incluyó a Andrés Cuervo Larroque).

Todo esto sin considerar que las banderas más trascendentes que expresa el kirchnerismo no están representadas por ninguno de los principales candidatos: derechos humanos, latinoamericanismo, nacionalismo económico, y un largo etcétera.

La idea de una CFK descansando plácidamente en Calafate a partir de enero de 2016 es una fantasía sin asidero. CFK y MK saben que, como en el ejemplo clásico de la bicicleta, para no caerse hay seguir pedaleando. Por eso deberán renovar la apuesta.