jueves, abril 25, 2024

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IDESA: “Subsidios y moratorias origen de la crisis del Banco Central”

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“La crisis desatada por el intento de apropiación de parte de las reservas y la remoción del presidente del Banco Central es apenas una derivación del desorden fiscal extremo. Por eso, el tema relevante no es mejorar las improvisadas medidas que tomó el gobierno sino discutir estrategias para comenzar a construir un sector público moderno, profesional y eficiente. Una prioridad es desactivar el perverso “modelo” de subsidios regresivos a favor de empresas públicas y privadas y de personas de altos ingresos a través de las moratorias previsionales.”

Se profundizan y prolongan las controversias en torno a los decretos de necesidad y urgencia que dispusieron la apropiación de parte de las reservas internacionales y la remoción del presidente del Banco Central por haberse negado a ejecutar la medida. Hasta ahora la mayor parte del debate se ha centrado en la improvisación política y la baja calidad técnica de las medidas tomadas por el gobierno. Así lo muestra el trascendido de que al menos parte de la oposición aceptaría sancionar por ley el uso de las reservas para financiar al Tesoro Nacional y remover al presidente del Banco Central, siempre que el Gobierno Nacional someta el tema a la discusión parlamentaria. Es decir, se aceptaría la sustancia, pero se rectificarían las formas.

Es sano y hace a la madurez democrática que la oposición tenga una actitud de diálogo en momentos de crisis. Pero, para que esta actitud sea fructífera, debe centrarse en las cuestiones de fondo y evitar distraer esfuerzos en temas accesorios. En tal sentido, a los fines de diagnosticar el origen de la crisis resulta pertinente analizar la evolución del gasto público nacional. Combinando datos del Ministerio de Economía, la Secretaría de Seguridad Social y ASAP se puede estimar que:

  • Entre el año 2000 y el año 2009, el gasto público primario del sector público nacional –es decir, sin considerar el pago de intereses de deuda pública– se duplicó en términos reales lo que equivale a un incremento de 7,4 puntos del PBI.
  • Casi la mitad de este incremento se explica por subsidios a empresas públicas y privadas que generan un gasto público de 3,3 puntos del PBI.
  • Adicionalmente poco más de un cuarto del incremento es generado por las moratorias previsionales que representan un gasto público de 2 puntos del PBI.

Los datos oficiales muestran un crecimiento del gasto público nacional vertiginoso y carente de sentido estratégico. Las dos políticas más características de la década son la distribución discrecional de subsidios a empresas y de jubilaciones a personas sin aportes. Estas intervenciones explican casi tres cuartas partes del incremento del gasto. Por ello, constituyen los principales determinantes de la decisión oficial de apelar a las reservas como recursos de última instancia para financiar al Estado. Aunque se trata de mecanismos diferentes tienen en común la alta regresividad social y la baja pertinencia desde el punto de vista de la racionalidad económica.

En esta perspectiva, la elección de las personas que conducirán al Banco Central o el establecimiento de un mecanismo formal menos rudimentario que el Fondo del Bicentenario para apropiarse de las reservas son cuestiones secundarias. El tema sustancial –y mucho más complejo– es lograr consensos entre el oficialismo y la oposición para desactivar este perverso “modelo” de subsidios discrecionales que caracterizó a la década. Dicho de otra manera, lo que está en crisis no es el Banco Central, sino la estrategia de usar fondos públicos para otorgar subsidios con el objetivo de morigerar aumentos de precios y ajustes tarifarios de la energía y el transporte (con fuerte discriminación al interior del país), para estatizar empresas (con fuertes incentivos para la corrupción) y para “regalar” jubilaciones a personas de ingresos medios y altos.

El desborde del gasto público, con fuertes componentes de clientelismo, inequidad y corrupción, es lo que motiva la necesidad de apropiarse de las reservas. Allí deberían centrarse los esfuerzos políticos. De no rectificar este rumbo –con o sin Fondo del Bicentenario, con o sin el actual presidente del Banco Central– habrá que apelar a un uso más intenso de las reservas, generando más impuesto inflacionario, para financiar un nivel de gasto que, aun con una presión tributaria récord, no es posible sostener.

El diálogo entre el oficialismo y parte de la oposición buscando una salida a la crisis institucional provocada por los decretos es visto por algunos sectores como un acuerdo espurio. En rigor, la búsqueda de consensos hace a la esencia de la democracia. Lo que es espurio (o al menos equivocado) es el contenido de lo que se está consensuando. En lugar de discutir la manera más prolija de envilecer la moneda para seguir financiando los excesos y la falta de racionalidad en la gestión del Estado, es hora de que prime la madurez política para abordar la construcción de un sector público moderno, profesional y eficiente.

IDESA