viernes, abril 19, 2024

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DEPREDACIÓN: “Tettamanti (Kirchnerista de la primera hora y funcionario de Pulti) Reparará en Necochea buques chinos que depredarán en la milla 201”

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Tetamantti 02

Por GUILLERMO NAHUM

Fotos de DIEGO IZQUIERDO – REVISTA PUERTO

Usando una de sus caras, el polifacético ingeniero firmó un convenio con el Consorcio del Puerto de Quequén para reparar buques poteros chinos que son parte de la flota que pesca sin control en el Atlántico Sur y afecta directamente a la flota nacional.

Si bien es cierto que no hay ley que prohíba reparar barcos de terceros países en astilleros nacionales, no es de leyes de lo que quiero hablar sino de política y de aquellos posicionamientos éticos que nos pintan como personas, como profesionales, como funcionarios y, en definitiva, como país.

La flota que pesca año tras año en aguas del Atlántico Sur es una flota que afecta decididamente los intereses nacionales y una de las responsables directas de la depredación de nuestros recursos naturales y de la acuciante situación económica por la que están atravesando nuestras empresas pesqueras, principalmente aquellas dedicadas a la pesca del calamar illex. La flota en cuestión sobreexplota nuestros recursos transzonales, pesca sin ningún respeto por las restricciones biológico-temporales que hacen a la correcta explotación de los recursos, captura sin control alguno y sin respetar ni remotamente las prácticas de pesca responsable y conforma una perjudicial competencia desleal en perjuicio de nuestras empresas. Desde ya que estos barcos no soportan la misma carga impositiva que los nuestros, no pagan derechos de pesca ni de exportación, no respetan las reglamentaciones laborales ni de responsabilidad social, pescan anticipadamente respecto de los nuestros y ofrecen sus productos en los mismos mercados en que lo hacen nuestras empresas con el beneficio de los bajos costos que lo antedicho implican, con el agravante del dumping social que ejercen en sus relaciones laborales muchas veces rayanas con el esclavismo.

Nuestro gobierno, por un lado, apuntala indirectamente la actividad de esta flota furtiva desmantelando la operatividad de nuestra flota militar de patrullaje y, por otra parte, despliega toda una batería de inacciones dirigidas a desactivar la investigación científica sobre los recursos objeto de esa pesca. De tal modo que el INIDEP, y por consiguiente la Autoridad de Aplicación, desconoce el volumen de captura que allí se extrae anualmente, las especies que se capturan y la cantidad de barcos que lo hacen. Muy por el contrario, nuestro Subsecretario de Pesca se siente un gran nacionalista porque se niega a compartir mesa con los representantes de nuestras usurpadas Islas Malvinas y, al margen de esa muestra de vehemencia, no es capaz de generar políticas destinadas a la correcta administración de los recursos del Atlántico Sur que nos permitan posicionarnos como país ribereño para así defender los recursos del área adyacente a la ZEE.

Hoy, por los motivos expuestos, estamos desaprovechando toda posibilidad de injerencia sobre nuestros recursos transzonales al depender de una Cancillería y de autoridades pesqueras que no escapan a la mediocridad del gobierno que conforman. Y por otra parte, asistimos impávidos a la muerte agónica de cerca de noventa barcos poteros de bandera nacional que no pueden hacer frente por sí solos a tanta desidia.

Pero tan grave como lo expuesto hasta aquí es comprobar la existencia de gente dispuesta a reparar esos barcos para que puedan estar bien pintaditos y alistados al momento de perjudicarnos como país. Uno podría aceptar que un comerciante con mentalidad de tal pretenda ganarse unas chirolas haciendo lo que sabe hacer, reparar barcos, explotando una anemia moral y ética de los sucesivos gobiernos que deberían intentar frenar a esa flota redactando leyes a tal fin y no lo hacen. Pero sucede que el Ing. Horacio Tettamanti es, además de un respetado empresario de la industria naval, un funcionario que ocupa los cargos de Secretario de la Producción en la Municipalidad de Mar del Plata y representante de la Provincia de Buenos Aires ante el CFP. Y, de más está decirlo, está flota afecta directamente los intereses de los empresarios marplatenses que el debería representar.

Pero también resulta inaceptable la posibilidad de tolerar indefensos los argumentos del polifacético Tettamanti cuando alega que su intención es generar puestos de trabajo para la industria naval cuando, casi al mismo tiempo, colabora con la destrucción de cientos o tal vez miles de puestos de trabajo vinculados a la flota potera nacional.

Con ese criterio podríamos un día de estos encontrarnos con que un empresario vea con buenos ojos que le vendamos combustible a las avionetas colombianas que transportan droga por nuestros cielos porque no está prohibido vender combustible y porque ello generaría unos cuantos puestos de trabajo en las estaciones de servicio.

Pretendo como ciudadano acceder al alivio de no tener que soportar a este tipo de funcionarios. Aspiro a vivir en un país donde los cargos públicos sean ocupados con ansias de tender al bien común en lugar de ser aprovechados para estar en la cocina donde se cuecen los negocios que puedan beneficiar a quienes cumplen el doble rol de funcionarios y empresarios.

El señor Horacio Tettamanti, hombre de reconocida inteligencia y capacidad intelectual y de trabajo, recibido con honores en nuestra pública Universidad de Buenos Aires, debería ponerse al frente desde el lugar que le dan sus cargos políticos para pergeñar acciones en el sentido de afectar y desalentar en todo lo que esté a su alcance la operatividad de esa flota furtiva que nos afecta directamente como país. Su sano interés como empresario de la industria naval, es decididamente incompatible con lo que debería ser como funcionario público. Porque mucho antes de querer reparar barcos, Tettamanti tendría que erguirse ante su sociedad como representante de una ciudad, de una provincia y de un país, que algún día tendrá que plantearse seriamente la posibilidad de retomar el lugar que le corresponde dentro de las grandes naciones de la tierra, y abandonar lo más rápido posible esta vocación de polirrubro.

Este Ingeniero reparador de buques y poli funcionario- es tributario de la «corrupción general y profunda» que nos ha sacado de quicio y ha prostituído nuestra moral y nuestra alma nacional. La que no nos permite reconocer el límite entre el bien y el mal y trazar la marca. La que nos pone de cabeza en el infierno.