miércoles, abril 24, 2024

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DESNUTRICIÓN EN LA ARGENTINA

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Material enviado por Leticia Ilariucci

Invitado por el Prof. Lucio Traverso y los alumnos del máster en Dirección de Empresas EMBA XV, el Dr. Albino valoró el interés del IAE en la problemática de la desnutrición y propuso a los presentes que impulsen desde sus futuras posiciones de liderazgo políticas de estado para prevenir la desnutrición.

Ojos grandes, mirada perdida, bracitos largos y flacos. Debe ser la peor cara de la crisis. Pero es el rostro de alrededor del 20 por ciento de los chicos argentinos, ya que los especialistas estiman que uno de cada cinco niños en la Argentina padece de desnutrición.

No son, sin embargo, las cifras oficiales que maneja el Ministerio de Salud. La última encuesta nacional de nutrición es de 1996 y afirma que el problema afecta al 13% de los niños.

Un relevamiento del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (CESNI), una ONG consultora de la Organización Mundial de la Salud, apunta que en 2001 la desnutrición afectaba a entre el 11 y el 17 por ciento de la población infantil y que las regiones más castigadas eran el noroeste y el nordeste argentinos. Según dijo a La Nación el director del CESNI, Alejandro O’Donnell, se proyecta que como consecuencia del último coletazo de la crisis la desnutrición infantil superó el 20 por ciento.

En ausencia de cifras actualizadas, el indicador oficial es la cantidad de niños con necesidades básicas insatisfechas. “En el norte del país y en el Gran Buenos Aires el 60% de los niños no tiene garantizada su alimentación, aunque no todos estén desnutridos”, dijo Hilda “Chiche” Duhalde, titular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales.

En el Ministerio de Salud, el viernes último la secretaria de Salud, Graciela Rosso, convocó a una reunión con representantes del área en Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes y Santa Fe. El objetivo era conocer cómo había evolucionado la desnutrición en cada provincia durante los últimos meses. Una fuente del Ministerio de Salud que pidió no ser mencionada dijo que concluyeron que el problema se duplicó y que en promedio llega al 25% en las estadísticas hospitalarias provinciales.

Esta versión, similar a las estimaciones de CESNI, no fue confirmada oficialmente. “Del encuentro surgieron cifras muy parciales de la realidad de cada provincia. No se pueden hacer generalizaciones hasta no contar con una nueva encuesta nacional de nutrición”, dijo Elvira Calvo, jefa del departamento de Nutrición de la Dirección Materno Infantil de la cartera de Salud. “En Tucumán la situación se agravó muchísimo, pero en el Chaco no, porque aunque se duplicó la demanda en los hospitales los centros de salud distribuyeron leche, y esto disminuyó el impacto de la crisis”, dijo.

Los especialistas diferencian entre dos tipos de desnutrición. El marasmo es la desnutrición crónica. El niño expuesto a reiterados impactos nutricionales presenta una progresiva disminución en su talla. Según fuentes de Salud, la enfermedad afectaba al 13% de la población infantil en 1996, y no habría aumentado. Para el CESNI, afecta a más del 20 por ciento.

Kwashiorkor es el nombre de la desnutrición aguda: el niño consume su masa corporal debido al déficit en proteínas. Para Salud, en 1996 afectaba al 3% de los niños, y hoy se habría duplicado. Según el CESNI, es el 10 por ciento.

El mapa del país

“El mapa de la desnutrición es otro. Tucumán es sólo la punta de un iceberg. Hace dos años comenzó a notarse un aumento en los casos de desnutrición aguda, que siempre había tenido índices muy bajos”, aseguró Enrique Abeyá Gilardón, investigador de la Sociedad de Pediatría Argentina y profesor de Política Alimentaria en la Universidad de Belgrano. Y prosigue: “Kwashiorkor es una palabra africana que define al prototipo de desnutrición que aparecía en Gambia: chicos con brazos largos, muy flacos, ojos grandes y abdomen distendido porque los músculos perdieron su tono. Esto está apareciendo en Tucumán… y los niveles de pobreza que existen en el país hacen pensar que la situación se puede extender”.

Los estudios del CESNI hablan de que el 50% de los niños entre seis meses y dos años tiene anemia. Según informó Elvira Calvo, una medición hecha por el ministerio en 2000 señala que en el nordeste y el NOA la anemia alcanza el 66% de los niños y el 48% en el Gran Buenos Aires.

“La desnutrición es la parte visible de la crisis. La piel cambia de color y textura. Las defensas del organismo bajan de golpe. Los deseos de comer desaparecen y un estado de somnolencia se adueña del cuerpo. La situación es grave y el futuro es dramático. No sólo por el deterioro físico, sino también por los retrasos que produce en la inteligencia”, asegura O’Donnell.

El cálculo es desalentador: el bajo peso al nacer (menos de 2500 gramos) le puede quitar a un niño de 6 a 8 puntos de su coeficiente intelectual. Padecer anemia, otros 6; una alimentación deficiente en zinc resta otros 3 puntos.

“Seguramente tendrán problemas en el colegio. Eso va a ocurrir no porque nacieron con deficiencia, sino porque no pudieron desarrollar su capacidad intelectual”, asegura Silvia Báez, que coordina el programa de Asistencia Nutricional de la Red Solidaria en ocho comedores de la Capital y el Gran Buenos Aires.

El programa lleva pesados 1580 chicos de menos de cinco años, de los que 315 presentaron desnutrición. “El grado de recuperación que conseguimos es del 31%. Es bajo, antes era del 50%”, asegura Báez.

“Al aumentar los precios de la canasta desaparecieron de la mesa familiar alimentos fundamentales”, dice María Luisa Ageiros, responsable de proyectos de Salud de Unicef. “Inseguridad alimentaria significa que la disponibilidad efectiva de alimento no está garantizada. Imagínese qué es capaz de hacer alguien cuando se encuentra en esa situación”, apunta Abeyá Gilardón.