jueves, abril 25, 2024

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AAPRESID: Gastón Fernández Palma viaja a la India para informar sobre el método de siembra directa. Diálogo con “Ahorainfo”

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Dr. Gastón Fernández Palma. (AAPRESID)

Gastón Fernández Palma es un productor referente en siembra directa en el sudeste bonaerense, es un pionero de la agricultura con rastrojos en una zona donde la directa tardó en afianzarse.

Con base en Necochea, conduce junto a su hijo mayor, Eduardo, ingeniero agrónomo, unas 1.470 hectáreas propias más 600 alquiladas. Sin olvidar su Tucumán natal, donde mantiene un establecimiento cañero de la familia.

Sus comienzos como productor se remontan a 1965, cuando adquiere 289 hectáreas en la zona costera de Necochea y Energía, en el sudeste bonaerense. «Realizábamos un planteo mixto, combinando ganadería con agricultura. Por entonces, todo en convencional», recordó Gastón.

Al poco tiempo anexó otra porción de campo y, así sucesivamente hasta llegar a las 1.470 propias. A partir de la campaña 87/88, parte del crecimiento se dio a partir de una agricultura de contratos, que se dinamizó marcadamente con la SD por su mayor operatividad: «Las primeras experiencias en directa las realizamos en el ’89 y a los dos años teníamos todo el campo cubierto con rastrojos», recordó el productor.

Actualmente, en agricultura realiza un planteo que se apoya en cuatro cultivos: maíz, girasol, soja y trigo. Sin olvidar algunas hectáreas que dedican a la avena. Dado que las temperaturas son frescas, la tasa de descomposición de rastrojos es más baja que en la región templada, por lo que la rotación debe ajustarse a ese ambiente. «Trigo y maíz aportan altos volúmenes de rastrojos. En tanto que soja y girasol actúan como consumidores de la cobertura», destacó.

Ocurre que la baja relación C/N de las oleaginosas favorece a la rápida descomposición de los residuos. Su inclusión en la rotación una herramienta clave para bajar la cobertura excesiva. De esta manera, la rotación elegida es trigo/soja, soja, maíz, girasol. Así, logra una diversidad interesante, más aún si se piensa que en algunos lotes se incluye a la avena entre dos cultivos estivales.

«La avena se destina principalmente para grano que va a la ganadería, aunque a veces confeccionamos rollos, sobre todo en lotes con alta cobertura», destacó.

Fernández Palma dice que el girasol es el cultivo más complicado cuando se comienza en SD. «Pero cuando el sistema se estabiliza, sus problemas se minimizan», afirmó. Además, lo prefiere por favorecer «la proliferación de micorrizas». Las dificultades pasan por no lograr una correcta implantación y por cierta densificación en los primeros centímetros de suelo. A medida que el suelo recupera sus estructuras, el problema tiende a desaparecer.

«También era complicado el manejo de malezas. Aunque ahora, con los materiales resistentes a imidazolinonas, se mejoró mucho», destacó. Inclusive «hemos ajustado el manejo de flurocloridona y acetoclor, logrando excelentes controles en directa».

Respecto al manejo de la nutrición, apuntan a una fuerte fertilización de base con fósforo y «sólo un toque de nitrógeno», ya que este último nutriente se lo aplica en altas dosis en las gramíneas. Con esta tecnología puede apuntar a girasoles de entre 2.300 a 2.500 kg/ha.

Sin embargo, y a pesar de las virtudes del girasol, la soja pelea por el mismo lugar en la rotación. «Las primeras experiencias en soja las hice 14 años atrás, cuando la tecnología RR aún no estaba disponible», recordó.

Utilizaba materiales como la Carmen INTA, un material de ciclo III y buen comportamiento en la zona, llegando a rindes «por entonces» de 2.000 kg/ha. Actualmente, la tecnología RR junto a la mejor genética y la aparición de variedades de ciclo III y IV «permiten aspirar al doble de ese potencial», destacó.

Ello, sumado a su menor costo de cultivo y un margen similar «hace que la soja le venga quitando superficie en la zona». Además, «el mercado de compra de girasol no es tan transparente como el de la soja, cosa que también le juega en contra», dijo.

El maíz es el cultivo que más responde a la incorporación de tecnología y a la mejora del ambiente en directa. «Incluso en esta campaña, que fue muy seca, estamos con rindes cercanos a los 9.000 kg/ha», destacó.

Sin embargo, esto es cierto en campo propio, «pero se complica en campos alquilados». Sólo puede incorporarlo cuando «bajan el precio o si están fijados en porcentajes». Hay que pensar que el costo de indiferencia de un maíz de punta en la zona está en los 7.000 kg/ha, y que es impensado hacerlo sin tecnología (ver Maíz con todos…).

En trigo, el panorama es similar. «Apuntamos al máximo potencial posible, ya que es una zona que permite expresarlo», recordó. Utiliza materiales de genética francesa, aunque «no descartamos otras variedades de muy buen potencial y excelente calidad panadera», señaló.

La fertilización de base es importante, con 130 a 140 kg/ha de DAP a la siembra y el agregado de nitrógeno y azufre en forma líquida de manera temprana, «por su mayor operatividad y eficiencia». Actualmente, están ajustando la estrategia de aplicación de P al voleo, a partir de las experiencias de AAPRESID.

Finalmente, el manejo sanitario del trigo es otro de los pilares de la producción. «Realizamos meticulosos monitoreos y aplicamos fungicidas cuando aparecen problemas de roya, septoria o mancha amarilla», destacó.

De cara al futuro, Fernández Palma imagina un sector agropecuario que no sólo produzca alimentos y fibras, sino también biocombustibles: «En materia de energías renovables a partir de la producción de biomasa tenemos una gran oportunidad, pero debemos afianzar un marco legal sólido que la respalde».